Ya falta menos. El 17 de diciembre llega a las salas españolas "Film Socialisme", la última película Jean-Luc Godard, que ya ha pasado, entre otros sitios, por Cannes, el festival de Melbourne o Toronto.
Godard, uno de los impulsores de la revolucionaria "Nouvelle vague", creador de obras maestras como "À bout de soufflé" (Al final de la escapada), "Vivre sa vie" (Vivir su vida) o "Le Mépris" (El desprecio), reaparece a sus ochenta años con una película de gran potencia estética, que reflexiona sobre la muerte de las utopías y la incomunicación.
"Film Socialisme" es descrita como "una sinfonía en tres movimientos". El primero, bajo el nombre "cosas como", se sitúa en un crucero por el Mediterráneo donde se relacionan múltiples pasajeros, la mayoría de vacaciones, un filósofo, un embajador de Palestina, una cantante americana, encarnada por Patti Smith, un antiguo criminal de guerra, un agente doble y donde lo que se ve, la imagen, es muy diferente de lo que se dice, la palabra. La segunda parte, titulada "Nuestra Europa", explica el transcurso de una noche, en la que una adolescente y su hermano pequeño convocan a sus padres ante el tribunal de su infancia. Les exigen explicaciones sobre los temas de libertad, igualdad y fraternidad. Por último, en "Nuestras humanidades", se visitan seis escenarios de leyendas verdaderas y falsas: Egipto, Palestina, Odessa, Hellas, Nápoles y Barcelona.
Es la primera vez que el director francés rueda, íntegramente, en vídeo. Y lo hace dominando el color como nadie, intensificando los azules y amarillos, jugando con los píxeles temblorosos, y reflexionando sobre el viaje homérico, seguramente hacia ninguna parte, de la civilización occidental.
Se trata de un film de una plasticidad radicalmente actual, pero sin renunciar a su discurso propio, levantado desde la utilización de arquetipos como un cazador de criminales de guerra, una joven africana que asegura que no quiere morir hasta no ver a Europa feliz, o un banquero judío. Un socialismo de viaje, con unos personajes que no pueden comunicarse entre ellos, y que han dejado vacío su discurso. De hecho, en un momento dado, el filósofo Alain Badiou diserta sobre geometría y filosofía ante un auditorio sin público.
Jean-Luc Godard, quien en alguna entrevista ha llegado a decir que "no existe la propiedad intelectual", ha utilizado imágenes rescatadas de Internet para evidenciar la tensión de algunos de los conflictos más sangrantes de nuestros días, como el horror en Palestina. Así, con claras reminiscencias a la Antigua Grecia, se interroga por el devenir del Mediterráneo, a través de la relación entre tragedia y democracia.
"Film Socialisme" habla, por lo tanto, de estatuas, de personas que parecen que se mueven pero que, en realidad, sólo tiemblan. La película se articula, pues, desde la tríada compuesta por poesía, pintura y matemáticas, siempre gracias a ese juego de citas textuales que tanto ha utilizado desde sus primeras películas Godard. Una suerte de cadenas asociativas que se rompen, fragmentos que apuestan por el interrogante antes que por la narratividad, y afirmaciones que van mucho más allá de la respuesta automática, como en el adagio latino que aparece en la pantalla, y que reza "Abii ne viderem". O sea, "me fui para no ver". Y lo dice uno de los directores que mejor han mirado, de frente, a las ideologías que han transformado nuestro mundo contemporáneo.
Fuente: lavanguardia.es
"Film Socialisme" es descrita como "una sinfonía en tres movimientos". El primero, bajo el nombre "cosas como", se sitúa en un crucero por el Mediterráneo donde se relacionan múltiples pasajeros, la mayoría de vacaciones, un filósofo, un embajador de Palestina, una cantante americana, encarnada por Patti Smith, un antiguo criminal de guerra, un agente doble y donde lo que se ve, la imagen, es muy diferente de lo que se dice, la palabra. La segunda parte, titulada "Nuestra Europa", explica el transcurso de una noche, en la que una adolescente y su hermano pequeño convocan a sus padres ante el tribunal de su infancia. Les exigen explicaciones sobre los temas de libertad, igualdad y fraternidad. Por último, en "Nuestras humanidades", se visitan seis escenarios de leyendas verdaderas y falsas: Egipto, Palestina, Odessa, Hellas, Nápoles y Barcelona.
Es la primera vez que el director francés rueda, íntegramente, en vídeo. Y lo hace dominando el color como nadie, intensificando los azules y amarillos, jugando con los píxeles temblorosos, y reflexionando sobre el viaje homérico, seguramente hacia ninguna parte, de la civilización occidental.
Se trata de un film de una plasticidad radicalmente actual, pero sin renunciar a su discurso propio, levantado desde la utilización de arquetipos como un cazador de criminales de guerra, una joven africana que asegura que no quiere morir hasta no ver a Europa feliz, o un banquero judío. Un socialismo de viaje, con unos personajes que no pueden comunicarse entre ellos, y que han dejado vacío su discurso. De hecho, en un momento dado, el filósofo Alain Badiou diserta sobre geometría y filosofía ante un auditorio sin público.
Jean-Luc Godard, quien en alguna entrevista ha llegado a decir que "no existe la propiedad intelectual", ha utilizado imágenes rescatadas de Internet para evidenciar la tensión de algunos de los conflictos más sangrantes de nuestros días, como el horror en Palestina. Así, con claras reminiscencias a la Antigua Grecia, se interroga por el devenir del Mediterráneo, a través de la relación entre tragedia y democracia.
"Film Socialisme" habla, por lo tanto, de estatuas, de personas que parecen que se mueven pero que, en realidad, sólo tiemblan. La película se articula, pues, desde la tríada compuesta por poesía, pintura y matemáticas, siempre gracias a ese juego de citas textuales que tanto ha utilizado desde sus primeras películas Godard. Una suerte de cadenas asociativas que se rompen, fragmentos que apuestan por el interrogante antes que por la narratividad, y afirmaciones que van mucho más allá de la respuesta automática, como en el adagio latino que aparece en la pantalla, y que reza "Abii ne viderem". O sea, "me fui para no ver". Y lo dice uno de los directores que mejor han mirado, de frente, a las ideologías que han transformado nuestro mundo contemporáneo.
Fuente: lavanguardia.es