The Smiths: Libro "La Alianza Rota"

El entorno: ese concepto (¿fue Johan Cruyff quien lo acuñó?) tan etéreo y, a la vez, tan determinante. Es precisamente al entorno, al entorno de Morrisey y Johnny Marr, mucho más que al análisis de su obra, a quien prestó singular atención Johnny Rogan a la hora de documentar y estructurar “Morrissey & Marr: The severed alliance”, un libro de 1992 que ahora se edita por T&B traducido al castellano como “Morrissey & Marr: La alianza rota”, y del que (a su lectura nos remitimos) no hay, por el momento, la prometida continuación/actualización que el autor aventuraba en sus últimas páginas. Una lástima, por cuanto su contenido, el más profuso a nivel factual de cuantos se han publicado sobre la materia, supone un extraordinario complemento para todo aquel que haya conocido los entresijos de la banda de Manchester a través de la añeja biografía de Mick Middles (“The complete story”, de 1988), del repaso a través de sus canciones que hizo Simon Godard (“Songs that saved your life”, de 2002) o de, ya en castellano, las semblanzas trazadas en nuestro país por Luis Troquel (para Cátedra en 1992) o por Jesús Llorente y Víctor Lenore (para La Máscara en 1995).
El libro llegó en su momento precedido de una bienvenida polémica, ya que a Morrissey le gustó poco (o nada) lo que Rogan había escrito, hasta el punto de desearle una muerte nada lenta y dolorosa, a ser posible en una cuneta de la M3. En realidad, no había para tanto. Ni el autor descubre la pólvora radiografiando el contradictorio y a veces cruel carácter de Mozzer, ni su narración de los hechos que llevaron a la disolución del binomio carga, ni mucho menos, las tintas sobre él. El libro acalla, en resumen (como cualquier otro volumen de los Smiths),  aquel pacato y malicioso rumor que siempre ha apuntado a un supuesto despecho por parte de Morrissey hacia Johnny Marr por una efusividad sentimental no correspondida. El divo de Manchester queda retratado como obsesivamente celoso de su amistad con Marr, pero resulta meridianamente claro, una vez más, que la ruptura fue una decisión casi unilateral de éste último.
Por otra parte, la exhaustividad del volumen se explica por el carácter obsesivo de Rogan (se dice de él que, trabajando en otro proyecto similar, fue capaz de tirarse un año entero encerrado sin hablar con nadie), aunque la avasalladora abundancia de datos no siempre es esencial. ¿Es necesario conocer la vida y milagros de los padres y abuelos de Morrissey en Irlanda, en los años 30, para explicar el carácter del personaje? Desde luego, no necesariamente, salvo que la incondicionalidad del grupo raye en la obsesión casi enfermiza. Los testimonios, ciertamente no exentos de valor en la mayoría de casos, implican a familiares, amigos de la infancia, managers, productores, gerentes de discográficas, programadores, y llegan hasta Johnny Marr, pero nunca hasta el mismo Morrissey, cuya intimidad sale totalmente indemne del escrutinio de Rogan. Tan intocable como siempre. No obstante, el ameno y entretenidísimo trabajo de Rogan explica mejor que ningún otro la escasa visión empresarial del tándem, su obstinada renuencia a dejar las riendas de su destino en manos de un manager de cabecera, el complicado juego de equilibrios en su relación con la base rítmica que formaban Andy Rourke y Mike Joyce, y la tirantez de su relación con las discográficas. Al menos con la suya, una Rough Trade que se llevó el gato al agua, ante la escasa fe comercial que Tony Wilson (capo de la mancuniana Factory, quienes hubieran tenido todos los números en un principio para hacerse con sus servicios) tenía en ellos, y de cuyo error se lamentaría a largo plazo (no hay más que ver el jocoso comentario al final del film “24 hour party people”, de Michael Winterbottom). Así pues, “Morrissey & Marr: La alianza rota”, es un dinámico fresco histórico sobre una banda que tenía muy claro qué concepto –la reformulación del pop británico a través de la fusión de esencias clásicas y novedosas–, qué imagen y qué filosofía artística trataba de transmitir. La vigencia de su legado es más que manifiesta con traducciones como esta, ya que, como bien dice Johnny Rogan en una de sus más atinadas y definitorias explicaciones, “al fin y al cabo, el arte de Morrissey es una glorificación pírrica del poder del aislamiento sobre la integración”.

Fuente: efeeme.com

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